jueves, 8 de enero de 2015

Corazones de acero (Fury, David Ayer, 2014)




David Ayer se ha destapado como un tipo muy interesante, primero como guionista, y luego como director. Sus obras destacan por su retrato del grupo como unidad bajo circunstancias muy difíciles, mucha tensión y la camadería o no que une o desune al grupo, entendido como un todo, una unidad, un ser vivo, por así decirlo.

Ayer debutó como guionista con la cinta bélica U-571, que si bien se pasaba la verdadera historia de los hombres que se hicieron con el sistema Enigma por el arco del triunfo, es una de las cintas bélicas más entretenidas que ha podido ver, llena de ritmo y tensión. Su obra más importante hasta el estreno de Corazones de acero (Fury a partir de ahora... Vaya títulito que se ha ido a buscar Sony) ha sido el guión de Training Day, por el que Denzel Washington ganó su segundo Oscar al Mejor Actor, un thriller urbano muy seco, duro y contundente, que 14 años después de su estreno no pierde en su visionado y que ya tiene un ligero paralelismo con Fury, al contraponer a un agente novato pero con ganas de triunfar y hacer el bien con el día a día de un agente con el culo pelado de pegar tiros y buscarse la vida en la calle, lo que le acaba haciendo cruzar la línea roja que nunca debiera haber cruzado.

Entre el pasado año, Ayer ha cogido carrerilla como director, con el estreno de Sabotage, Fury y ha sido contratado por Warner Bros para escribir y dirigir la adaptación de Suicide Squad, que puede ser uno de los pelotazos de los próximos años, si le dejan hacer, claro.
Antes ya había dirigido otro par de thrillers urbanos, como son Vidas al límite (Harsh Times), Dueños de la calle (Street Kings) y Sin tregua (End of watch), y aunque tuvieron unas críticas bastante notables, no ha sido hasta este pasado 2014, como digo, cuando ha pegado un subidón en su carrera como director.

Si bien Sabotage ha sido un fracaso económico bastante grande, se ha demostrado que, problemas aparte con el montaje de la cinta (la secuencia final, sobre todo), es un thriller bastante a contracorriente de lo que se lleva hoy en día, muy poco políticamente correcto, y con un uso y empleo de la violencia, aparte de muy gráfico, como un elemento más a la hora de ir añadiendo tensión a la historia.

Y llegamos al plato fuerte, Fury, una cinta bélica a contracorriente por su escenario geográfico (Alemania en el último mes de guerra) como por el uso del tanque casi como un personaje más, como un elemento generador de claustrofobia que influye psicológicamente en los personajes.
El esquema básico de la cinta es exponer el deterioro mental al que están sometidos los soldados al final de la guerra, primero por el hecho de llevar, literalmente, años pegando tiros y matando, y segundo porque son conscientes de que la guerra está a punto de terminar pero pueden morir en cualquier momento. Ante esto, se presenta el joven recluta Norman, que prácticamente acaba de alistarse en el ejército, que nunca ha entrado en combate y al que el ambiente enrarecido de los veteranos y de la guerra y sus consecuencias más directas le sobrepasa, no adaptándose. El sargento Collier, Wardaddy, al mando del tanque, y curtido en mil batallas, le protege a su manera, intentando que entienda por las buenas  o por las malas cómo funciona la guerra: matas o te matan (excepcional la secuencia en la que Collier le OBLIGA a asesinar a un soldado alemán capturado tras una escaramuza. Cómo Pitt enfoca la escena, la violencia psícológica y física que emplea contra él es sobrecogedora) pero a su vez le protege y le mima como a ningún otro miembro del equipo, en otra secuencia genial en el piso con las dos mujeres alemanas, lo que provoca ciertas rencillas en los demás soldados, que hasta ese momento no terminan de entender que Norman es una buena persona y ellos no.

Es verdad que la evolución de Norman es algo forzada ya que el arco temporal de la cinta es muy corto, apenas unas 24-48 horas, y sirve más como motor de la historia, pero creo que es un error "menor" ya que el objetivo de la cinta, a mi entender, es mostrar la deshumanización a la que estuvieron sometidos los soldados y su comportamiento totalmente degenerado en según qué situaciones.

La dirección de Ayer sigue su estilo acostumbrado, apostando por el estilo seco y directo, sin florituras, directa al grano, pero tiene pasión y se nota que cree en el material con el que trabaja. El aspecto visual de la cinta está muy conseguido, sintiéndose la suciedad, el desgaste, etc... gracias a un muy buen diseño de producción y una fotografía a cargo de Roman Vasyanov, que refuerza la dureza y sequedad de la historia fotografiando un paisaje siempre nublado o nocturno (visualmente, la secuencia final sólo iluminada con el fuego de la batalla es muy buena, con planos geniales). Además, el uso de las balas trazadoras como recurso visual consigue planos también muy buenos en las batallas.

La pista de sonido es otro de los elementos notables de la cinta. Es verdad que el género bélico es un caramelo para cualquier técnico de sonido, pero aquí el departamento de sonido ha conseguido un trabajo muy bueno, que te hace sentirte dentro del tanque, en medio de las batallas y tiroteos.

La película me ha parecido una gran experiencia audiovisual y algo muy refrescante dentro del género bélico.

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